La obesidad es una enfermedad multifactorial compleja que se caracteriza por tener una cantidad excesiva de grasa corporal. A priori se podría pensar que es solo un problema estético, pero la realidad es que es un problema médico muy serio porque altera el funcionamiento completo del organismo.
Las causas por las cuales una persona presenta sobrepeso u obesidad pueden deberse a numerosos factores, algunos de ellos relacionados con factores genéticos o fisiológicos. No obstante, en la mayoría de casos el sobrepeso se debe a los hábitos alimenticios de la persona que padece la enfermedad unida a una disminución del gasto de energía por unos hábitos de actividad física insuficientes. Ambas cosas (unos hábitos alimenticios inadecuados y una actividad física insuficiente) acaban influyendo sin duda en la consecución de esos kilos de más que provocan el sobrepeso.
El sobrepeso y sus consecuencias pueden pasar inadvertidas a corto plazo; pero mucho más allá de la cuestión estética, está demostrado que el sobrepeso influye negativamente en la calidad de vida de las personas.
Esta influencia va desde pequeños detalles “aparentemente insignificantes” como, sentirse más cansado, tener menos energía en general en el día a día, cierta disminución de la autoestima, etc. Hasta otros aspectos más importantes como:
- Diabetes
- Enfermedades cardiovasculares
- Hipertensión
- Varices
- Reuma
- Cálculos biliares
- Dificultades en la respiración
- Infertilidad
- Numerosos tipos de Cáncer
Además de muchas otras contraindicaciones, que a pesar de no ser enfermedades, dificultan la vida diaria de la persona con sobrepeso.
Además de las enfermedades asociadas al sobrepeso y la obesidad, el cuerpo está “preparado” para soportar un peso que se considera “saludable”, a partir de ahí, todo el sobrepeso que pueda tener una persona supone el llevar todo el día encima una carga extraordinaria, es decir como si se llevase encima una mochila todo el día con esos 10-15 o X kilos de más.
Si nos imaginamos esa situación hipotética, podemos entender mejor lo que representan “esos kilos de más”. Cualquier acción con esa “mochila a cuestas” se complica mucho más, uno se siente más pesado, con menos energía, cansado y las articulaciones en general sufren como consecuencia de ese sobrepeso para el cual no están preparadas.
En términos generales, si se lleva a cabo una dieta de adelgazamiento y ésta está bien desarrollada conforme a las características del paciente y en base a su estilo de vida, las dietas suelen funcionar bien y se acaban perdiendo algunos kilos de más.
Sin embargo, en un porcentaje muy alto de los casos, el paciente vuelve a recuperar el peso perdido, es el famoso “efecto yo yo” o rebote. El motivo ello es que hacer dieta no se trata de hacer una dieta de forma puntual, conseguir perder peso y abandonarla. El éxito en la pérdida de peso se basa en conseguir un cambio de hábitos alimenticios y eso no es estar permanentemente a dietas, sino que se trata de entender la alimentación y cómo afecta a nuestro organismo y conseguir que ese cambio de hábitos perdure en el tiempo.
Eso sólo se consigue si detrás de la dieta hay un equipo de profesionales médicos, como el equipo de nuestra Clínica en Las Palmas de Gran Canarias, que te ayuden a realizar ese proceso de cambio y a interiorizarlo y hacerlo propio.
Ese proceso no es sólo hacer una dieta, es mucho más que eso, es enseñar al paciente a comer de un modo distinto y no es un proceso rápido. Eso sí, una vez conseguido el cambio de hábitos alimenticios, los resultados en pérdida de peso y su mantenimiento a largo plazo están garantizados.
La forma habitual de medir la obesidad se obtiene mediante una fórmula que mide la relación peso/altura dividiendo el peso (expresado en kilos) por el cuadrado de la altura (expresada en metros), por ejemplo:
Si el peso es 65 kilos y la altura es de 1,60 metros, la fórmula será: (1.6 * 1.6) = 2,56. Y después dividir el peso entre esta cifra: 65/2,56 = 25,39- en este caso el IMC corresponde a una categoría de sobrepeso
Existe en muchos casos la creencia de que el primer paso para perder peso es dejar de comer o comer menos. Sin embargo, eso es uno de los mayores errores. La cuestión no es comer menos sino ingerir menos calorías y gastar más energía además de conseguir “aprender a comer de nuevo” cambiando los hábitos alimenticios adquiridos.
En función del paciente y en función del grado de sobrepeso se determinará cuál es el tratamiento más adecuado en cada caso. No obstante, las opciones que nosotros recomendamos y ofrecemos, desde nuestra experiencia de más de 30 años, dependerá de cada caso en particular.
Hay dos aspectos clave para cualquier terapia cuyo fin sea combatir la obesidad:
- El compromiso por parte del paciente: El tratamiento sea dieta o sea cualquier otra opción debe iniciarse cuando el paciente esté seguro y convencido de que quiere perder peso y de que esa pérdida sólo puede conseguirse con la ayuda de profesionales médicos especializados en tratar la obesidad.
- Un equipo médico multidisciplinar y profesional que acompañe al paciente a conseguir el cambio de hábitos alimenticios necesario para mantener la pérdida de peso a largo plazo.
Sí se puede prevenir si se tiene clara la importancia de tener una alimentación equilibrada y se sabe cómo conseguirla. Por otro lado, el fomentar el incremento del ejercicio físico, es vital para conseguir prevenirla. Por supuesto que se deben controlar otros aspectos de la aparición de la obesidad como factores genéticos o fisiológicos pero controlando la alimentación y haciendo ejercicio se puede conseguir frenar la predisposición al sobrepeso.
Si a pesar de la insistencia en la prevención de la obesidad, la persona tiene tendencia al sobrepeso, se debe optar por tratamientos médicos- como el Balón Intragástrico o las técnicas de reducción gástrica como el Método Apollo o la Endomanga (método POSE modificado)- que supongan un “refuerzo” a la hora de ayudar al paciente a perder peso y conseguir el cambio de hábitos alimenticios.
Los resultados de cualquiera de las terapias que se ofrecen para combatir la obesidad siempre son a medio plazo, aunque el inicio de la pérdida de masa corporal, y por tanto de peso, se inicia desde el primer momento.
En cuanto a la pérdida de peso siempre dependerá de cada caso pero en términos generales y en base a nuestros más de 30 años de experiencia, podemos afirmar que el paciente puede llegar a perder entre el 60 y el 80% del sobrepeso durante los 6 primeros meses de tratamiento.
A largo plazo el paciente puede llegar a perder más peso y esta pérdida dependerá de cómo el paciente haya adoptado a largo plazo los cambios en su estilo de vida relacionados con la alimentación y el ejercicio.